miércoles, 3 de octubre de 2012

Relato erótico



Mi mirada tímida se oculta entre las sábanas, cae la noche pero aún no cae mi ropa, lo estoy esperando, él lo sabe, sabe que soy suya, solo suya.
Sus manos juguetean por debajo de mi blusa, son suaves, cálidas y saben hacer magia.
La prenda ya no está, aquella camisa ha caído al suelo, sobre mis pies.
Sus labios acarician mi espalda con dulzura, su lengua resbala por mis hombros y da pequeños mordisquitos en mi cuello. Entonces, me mira fijamente y posa su pecho contra el mío; pudiendo notar nuestra respiración alterada. Me besa, le beso, nos besamos muy ardientemente. Nuestras manos se entrelazan despacio para luego volverse a separar, ansiamos descubrir lo que nuestros cuerpos ocultan.
Él acaricia mi ombligo, lo besa, y baja, y baja más, y más… un camino corto que se hizo eterno, pero ahí se quedó, en mi cintura, en el borde de mis pantalones.
Le miro fijamente, él sonríe, sabe que me deja deseosa de atacar, pero este es su show, él es el domador y yo soy su leona, él preparará bien la función para que todo salga más que perfecto.


Estoy tumbada en una cama, su cama, excitada, la noche ya ha caído y mi camisa también, y un hombre, mi hombre, me hace sentir la mujer más afortunada de este mundo porque cuando me observa lo hace con deseo, el fuego de su interior me abrasa, siento placer de la cabeza hasta los pies, y aún no hemos comenzado.



Me quita el sujetador, lo tira lejos, muy lejos, le encantan mis pechos, los agarra con fuerza y los besa, lame los pezones con entusiasmo y luego juguetea con su lengua por ellos tiernamente. Me apasiona verle.


Pero lo mejor estaba por empezar…


Él, ya estaba muy fuerte hacía ya un buen rato, incluso podría haber traspasado mis pantalones en cualquier momento, pero no lo hizo, era todo un caballero, solo deseaba darme placer y que supiera que por primera vez me estaban haciendo el amor, porque él me ama.

Le pedí que se tomara un descanso, estaba sudado y muy exaltado.
Le desnudé completamente, le mordí el labio inferior y sonreí pícaramente, en ese instante era como una fierecilla que quería probar cada centímetro de su cuerpo. Empecé por el lóbulo de la oreja, lo acaricié con la lengua, seguí por el cuelo, iba descendiendo lentamente y él emitía leves gemidos de placer. Llegué a su miembro, acarició mis cabellos y me dijo en un susurro que no hiciera nada que no me apeteciera, no había acabado la frase y yo ya estaba lamiendo el glande con mucha suavidad.
Era bastante grande, me gustaba. Lo metía en mi boca y movía la cabeza de arriba abajo y mi mano traviesa que me acompañaba en el trayecto. Era divertido, pero él no me dejó acabar lo que había empezado.
Me volví a acostar en la cama, desabrochó mis pantalones y los dejó caer por debajo de la cama.

Ahí estaba yo, poseída por el deseo, apenas sin mirarle del placer que me estaba dando y en braguitas, la única prenda que quedaba en mi cuerpo.




Empezó a acariciarme por encima de mis braguitas, estaban mojadas de tanta excitación y eso confirmaba que moría por sus huesos. Finalmente me las quitó, lamió uno de sus dedos y lo introdujo en mí, lo movía rápidamente, yo temblaba de satisfacción, nadie, absolutamente nadie me había hecho nada igual. A la vez, comenzó a lamerme lentamente en el clítoris. Oh, dios, en ese momento estaba en otro mundo, hacía movimientos involuntarios, decía palabras involuntarias, y estaba sintiendo en mi piel un placer de dioses. ¿Así que esto es hacer el amor?


Sabía que nunca me iba a cansar a cansar de esa sensación, la sensación de sentirse amada y deseada a la vez. Y entonces, fue cuando llegué al orgasmo, ahí fue cuando mis pierna tuvieron el impulso de cerrarse, mis manos agarraron fuertemente su pelo y grité intensamente, acababa de tocar el cielo.


Estaba tumbada y enmaravillada por todo aquello que acababa de sentir, le observaba, estaba sobre mí e introdujo su pene en mi interior, creí que estaba en la gloria pero no se podía comparar con esto, estábamos fusionados, conectados y lo estuvimos durante un buen rato hasta que llegó el momento en que explotó sobre mí.


Después de una ducha fría juntos volvimos a esa misma cama, dormimos abrazados y desnudos hasta el amanecer y entonces me dijo que me amaría para siempre.


FIN






*Este relato estará en mi blog personal como otros tantos que ire subiendo
 ( http://sexincolours.blogspot.com.es/ ) , ahora que vuelvo a tener  internet 
podré subir cosas con más rapidez*








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